La historia de OSSO, aparte de ser una verdadera historia de amor, llena de ternura, trabajo y dedicación, se ajusta muy bien al modelo de adaptación de la especie cuando el ser humano trabaja por vencer las dificultades surgidas de una conducta desarrollada a la sombra del abandono o el maltrato. OSSO ERA UN PERRO CON MIEDO. El trabajo de su actual propietaria, logró vencer todos los obstáculos para que su vida reuniera la dignidad que todo ser vivo se merece.
Osso y su propietaria representan para mí un paso más en la búsqueda de respuestas a muchas preguntas, como: ¿porque queremos tanto a los perros?, ¿cual es el origen del magnetismo de esa unión?, ¿porque una vez sucumbido a los efluvios de esa etérea relación, ya no podemos salir de ella, y cuando lo hacemos es hundidos en un mar de lágrimas y en un recuerdo eterno hasta de los más mínimos detalles?.
LA HISTORIA DE OSSO CONTADA POR SU PROPIETARIA
«A finales de 2018 apareció en la perrera un nuevo inquilino. Era un perro negro y fuego, desgarbado, con el pelo lleno de nudos, sin dientes entre los colmillos superiores y con un miedo atroz a cualquier ruido y persona. Rehusaba cualquier tipo de contacto y si no podía huir se hacia una bola y temblaba. Le calcularon un año de edad«.
«Aquí entro yo en la historia, nos cuenta María Angeles. Hacia unos años que se había muerto mi anterior perro. Llegó la pandemia y en unos pocos días nos cambió la vida a todos, entre ellos a aquel perro aterrado y a mi.
Una tarde su foto apareció en mi móvil. No podía dejar de pensar en él, había otros perros que necesitaban hogar, pero su mirada perdida y sin esperanza me cautivó. Tenía 2 años ya y muy pocas esperanzas de adopción. Me puse en contacto con la protectora, para ser su casa de acogida.
Cuando llegó a casa era piel y huesos y estaba muy asustado, ya que no había vivido nunca en un hogar.
Los primeros dias los pasó en la terraza. Me sentaba en el suelo, cerca de él y me pasaba las horas leyendo sin prestarle mucha atención. Poco a poco conseguí acercarme y que me dejara tocarle sin que se echara a temblar. En la calle no era mucho más facil, ya que cualquier ruido de coche, moto, autobús o persona, que pasase cerca, hacia que se tumbara en el suelo temblando o intentara huir desesperado.
Desconocía lo que era un cristal y se chocaba contra ellos entrando en pánico y tuve que poner una X como señal en el cristal, para que los diferenciara.
«Pero poco a poco empezó a confiar, entraba dentro de casa, tuvo su primera cama, su primer juguete, y empezó a sacar la cola de entre sus patas y a disfrutar con mis caricias.Algunas personas me decían que tuviera cuidado, que muchos perros con miedo atacan o muerden si se sienten acorralados, y él er un perro grande del que no sabia nada de su pasado. Podía reaccionar mal ante algún objeto o gesto y morderme, pero nada mas lejos de la realidad. Osso jamas ha hecho un mal gesto hacia mi.«
Esos meses pasaron rápido, fuimos juntos a la playa varias veces, de excursión por las montañas, le encantaba el coche aunque no tanto los sitios con gente, ya que cualquier grupo de niños jugando o personas hablando le aterraba ,así que buscábamos siempre sitios más aislados.
Descubrimos el parque de perros, donde hizo grandes amigos y aprendió que había personas que daban chuches y mimos al resto de perros y poco a poco a él también.«
¿ACOGIDA O ADOPCIÓN?. Tras 5 meses juntos llegó el momento para el me había estado mentalizando. Alguien se interesó por él y quería conocerle para adoptarle. Yo le miraba y sabia que entre nosotros había un vínculo muy especial. No podía dejar que fuese con un desconocido y sintiera que yo le abandonaba, (¡OTRA VEZ EL ABANDONO!) después del gran esfuerzo que había hecho para confiar en mi. CONCLUSIÓN. FIRMÉ los papeles de adopción y dejé nuestras vidas unidas para siempre.
CONTINUA LEYENDO EN LA HISTORIA DE OSSO, parte II (en breve)