La coprofagia es un comportamiento natural que consiste en la ingestión de heces, presente en especies como conejos, primates, marsupiales, roedores y, en menor medida, porcinos, equinos y caninos. Se pueden distinguir dos tipos de coprofagia: la autocoprofagia, (ingerir heces propias), y la alocoprofagia, (consumir heces de otros animales). Ambas formas se han comprobado en el perro.
Algunas posibles causas de este hábito son la convivencia con uno o más animales coprofágicos, el estrés, el castigo que ejercen los dueños al comprobar la ingestión de heces, la provisión de una sola comida al día y un suministro de alimentos desequilibrados. aunque no existe evidencia científica suficiente para esta última afirmación.
La coprofagia forma parte del comportamiento normal de acicalamiento y limpieza de los cachorros, en las perras recién paridas. La estimulación que realiza la madre al lamer la zona ano – genital de los cachorros es imprescindible durante las primeras semanas de vida. Los restos eliminados por el neonato son completamente ingeridos por la madre, evitando de esta manera que se acumulen, produciendo olores, atracción de insectos y posibles predadores. Algunos autores mencionan un atractivo especial en los olores del cachorro, relacionados con su contacto con el líquido amniótico, sumado al de la materia fecal procedente de la alimentación en base a leche materna durante las primeras semanas de vida, impulsando a la madre al lamido continuo y la ingesta de las deposiciones de los cachorros.
Esta conducta o hábito de acicalamiento, podría responder también, al instinto de protección de la camada, evitando olores que resultaran atractivos a posibles predadores.
Explicar este hábito en el perro, como un atavismo evolutivo estricto de esta conducta de acicalamiento, obliga a imponer un sesgo de sexo, porque partiríamos de una conducta en la hembra del agriotipo (en ocasiones compartida también por el macho), que no explicaría porque se produce la coprofagia en el macho de perro doméstico (que no participa en la cría de los cachorros).
La coprofagia puede ser tolerada en un momento puntual (etapa de cachorro), pero cuando esa conducta persiste a lo largo de la vida del animal, pasa a ser un motivo de preocupación y de una seria aversión por parte de muchos propietarios.
Si bien la ingestión de materia fecal parece ser médicamente inofensiva, resulta muy perturbador para muchos dueños de perros. Una publicación que analiza este hábito, señala que algunas personas lo encuentran tan repugnante que «el vínculo con su perro queda irreparablemente dañado hasta el punto de considerar la eutanasia» (McKeown et al. 1988).
No voy a profundizar en los posibles problemas médicos que se esconden detrás de la coprofagia, ya que existen muy buenos compañeros de profesión que pueden concluir en excelentes y certeros diagnósticos del problema; llama mucho más mi atención la coprofagia como conducta atávica y también, como puede haber influido la domesticación y la cautividad de la especie en éstas y otras conductas en su devenir evolutivo.
¿Podría ser la coprofagia una segunda oportunidad en la digestión de los carnívoros, al igual que en otras especies?.
En otras especies como el conejo, la coprofagia es un proceso fisiológico dirigido a la recuperación de elementos nutricionales específicos e imprescindibles, sintetizados en la última parte del trayecto digestivo, donde la absorción de los mismos es muy deficitaria (no así su producción) obligando al animal a reingerir elementos de su deposición (cecotrofos) con el fin de asimilar esos componentes nutritivos esenciales.
Se han realizado estudios para demostrar como las deficiencias extremas de una vitamina (tiamina) en condiciones de laboratorio podrían explicar la conducta de coprofagia, pero los resultados no han sido concluyentes, ya que solo han podido comprobarse en un bajo número de los animales del estudio. Asi mismo, al comprobarse la conducta de coprofagia en animales alimentados con dietas equilibradas, prácticamente se ha descartado el origen dietético de esta conducta.
En estudios sobre digestibilidad, ph y metabolitos fermentativos en la materia fecal del perro, se ha comprobado que los mismos no sufren alteraciones en los perros coprófagos.
¿Podría ser la coprofagia solo un comportamiento compulsivo asociado al aburrimiento y la oportunidad?
El aburrimiento, la falta de ejercicio, salidas poco frecuentes y el contacto prolongado con su propia materia fecal (oportunidad) , podrían explicar en parte la coprofagia, pero es un argumento incompleto si tenemos en cuenta la disponibilidad de comida del animal en cuestión. Si tiene comida y se aburre, ¿porque ingiere su propia materia fecal, asumiendo que la comida debería ser más apetecible que sus propias heces?. Es evidente que algo le incita a hacerlo, y probablemente ese algo esté en su información filogeneticamente adquirida, con lo que podríamos asumir que ingerir su propia materia fecal no es un mal hábito, sino una conducta que forma parte de la estrategia evolutiva de la especie, y surge en determinados individuos cuando se juntan oportunidad y condiciones.
El mismo perro del ejemplo anterior, pero que le falta comida, no necesita mas argumentos para explicar su coprofagia. El hambre y el instinto lo llevan a perder las formas.
¿Es la coprofagia una conducta atávica incrementada por la cautividad?
El mismo perro del ejemplo anterior, llevado al extremo de vivir en una jaula, con poca o escasa interacción con otros congéneres, alimentado según pautas horarias humanas, sometido a una rutina diaria como única vía de escape a su potencial lúdico, olfativo y de actividad física, lo más probable es que pueda caer en conductas compulsivas variadas, y entre ellas, sumar la coprofagia. El eminente especialista en lobos David Mech, afirma que los lobos en cautividad pueden ingerir sus propias heces, pero que nunca ha observado este comportamiento en animales en libertad. ¿Da que pensar, verdad?.
DATOS DE INTERÉS extraídos de una publicación (mencionada en las lecturas recomendadas) de 2 encuestas con 1552 y 1475 respuestas por parte de propietarios de perros.
- El porcentaje de perros coprófagos, oscila entre un 16 – 23 %.
- No existen diferencias por sexos o estado de fertilidad.
- No existen diferencias por edad o dieta.
- No existen diferencias entre perros que padecen otras conductas compulsivas.
- No existen diferencias por momento del destete.
- Si se pudo relacionar con la existencia de más de un perro en la casa.
- Si se pudo relacionar con perros ansiosos para comer.
- Si se pudo relacionar con perros comedores de heces de gatos.
- Si se pudo relacionar con razas como terriers, perros de caza, y con una representación importante de Pastor de Shetlands en general.
- Si se pudo comprobar, que los caniches (en el estudio mencionado con anterioridad) no aparecía con episodios de coprofagia en las encuestas.
- El mayor porcentaje de perros posee aversión a las heces de otros perros.
- Los lobos marcan su territorio con elementos olfativos como orina, materia fecal y secreciones glandulares. No se ha comprobado coprofagia en lobos en libertad, si en cautividad.
- La materia fecal de menos de 48 horas suele ser la más atractiva para los perros coprófagos, en las conclusiones de ambas encuestas.
- Baja respuesta en general al tratamiento conductual (1 – 4%).
- Muy baja respuesta en general a los aditivos alimentarios (0-2%).
LECTURAS RECOMENDADAS
- Evaluation of the Influence of Coprophagic Behavior on the Digestibility of Dietary Nutrients and Fecal Fermentation Products in Adult Dogs. Vet. Sci. Vendramini, T.H.A.; Gomes, V.Z.; Anastacio, G.L.; Henríquez, L.B.F.; Ochamotto, V.A.; Rentas, M.F.; Zafalon, R.V.A.; Perini, M.P.; Marchi, P.H.; Amaral, A.R.; et al. 2022, 9, 686. https:// doi.org/10.3390/vetsci9120686
- The paradox of canine conspecific coprophagy. Benjamin L. Hart, Lynette A. Hart, Abigail P. Thigpen, Alisha Tran and Melissa J. Bain. Veterinary Medicine and Science (2018) 4. pp 106-114. doi 10.1002/vms3.92
- Wolves, behavior, ecology and conservation. David Mech and Luigi Boitani. ebook. The University of Chicago Press, Chicago 60637 The University of Chicago Press, Ltd., London © 2003 by The University of Chicago All rights reserved. Published 2003 Paperback edition 2006 Printed in the United States of America 12 1110 09 08 07 06 3 4 5 isbn: 0-226-51696-2 (cloth) isbn-13: 978-0-226-51697-4 (paper) isbn-10: 0-226-51697-0 (paper)
- Coprophagia: Food forThought. Donal McKeown, Andrew Luescher and Mary Machum. Can Vet J Volume 29, October 1988