LOS PERROS Y LOS CEMENTERIOS

Los cementerios y los rituales funerarios acompañan al hombre desde hace miles de años. Existen evidencias que los neandertales enterraban a sus muertos, posiblemente con la idea principal que no fueran predados, y también quizás, con la esperanza de otro ciclo de vida después de ésta. Con la llegada de Homo sapiens, nuestro antecesor más evolucionado, cambiaron muchas cosas en el mundo, pero no precisamente ésta.

Nuestros rituales funerarios han permanecido, nos han diferenciado de otras especies, aunque también se han sofisticado y han evolucionado con el devenir de los siglos.

Hace unos años, durante una visita a un cementerio pude comprobar la presencia de un perro encaramado en lo alto de una sepultura. Mi imaginación comenzó a dar enérgicos saltos de curiosidad, apartándome durante unos segundos del recogimiento de la ocasión y comencé en forma compulsiva a recordar muchos relatos de perros en estas circunstancias.

Tranquila siesta de un perro sobre una tumba en un cementerio. Experiencia personal del autor de la nota.
Tranquila siesta de un perro sobre una tumba en un cementerio. Experiencia personal del autor de la nota.

Muchos son parte del bagaje del folklore popular, otros con raíces literarias, como es el caso de Lisímaco (rey de Tracia) y su perro Hircano, que siguió el cadáver de su amo hasta las llamas de la hoguera purificadora y muchos otros ocupan un lugar de honor en la meca del cine, como es el caso de Hachiko (“Hachi”) en la película  «Siempre a tu lado» o «HACHI a dog´s tale» brillantemente protagonizada por Chico, Layla y Forrest en el canino papel de Hachiko y Richard Gere como el profesor Parker Wilson.

Coppinger y Feinstein, coautores de “Como funcionan los perros”, volviendo al caso del perro y el cementerio, nos llaman a la reflexión y nos recuerdan que, aunque nuestra incondicional admiración atribuya rasgos humanos a los perros, es más plausible afirmar que un perro en un cementerio encuentra tranquilidad, calor y posiblemente olores que les resultan atractivos (o inclusive como en este caso, que pudiera ser propiedad de algún trabajador del cementerio).

Imagen obtenida de la página web eltiempo.com (Colombia) del artículo «Historia de dos perros que no se despegan de la tumba de sus dueños»

Prefiero seguir sin ver el pragmatismo de Coppinger y Feinstein,  (al menos en este aspecto) y pensar, que la lealtad y el amor incondicional de los perros pueden sobrepasar límites no conocidos para el ser humano. La historia y la literatura está pletórica de relatos heroicos, de fidelidad y de apego entre el perro y las personas, por eso,  la historia que me regaló mi imaginación durante unos segundos, al ver aquel perro sobre la tumba, no me confundió, solo me ayudó a subir un peldaño más en mi admiración a esta maravillosa criatura que alegra nuestros días.

Para terminar, una mención a los perros y los cementerios, extraída de la lectura del COLOQUIO DE LOS PERROS, una de las NOVELAS EJEMPLARES de Miguel de Cervantes (1613)