LOBOS EN LA NATURALEZA. Una experiencia a la distancia, en completo silencio y con el viento de cara. Una mañana fría de diciembre. La visión de un grupo de lobos que permite sacar muchas conclusiones, la nuestra es siempre la misma: DEJADLOS VIVIR.

El lobo es un animal que despierta pasiones, desde la admiración hasta el odio más extremo. El análisis de la situación no es sencillo. Hace siglos que la interacción del lobo y el ser humano ha generado conflictos de convivencia. Es una tarea ardua el intentar descifrar el porque de esta relación, sobre todo en la actualidad, cuando el número de ejemplares es tan pequeño, comparado con los inicios de la civilización, y nunca, por acción del lobo el ser humano ha corrido peligro como especie.

Responsabilizar al lobo de todos los males de la Humanidad desde el Neolítico al presente , y con ello justificar la persecución sin cuartel sobre la especie, no es de recibo, sobre todo si se tiene en cuenta que otras especies, desde invertebrados a vertebrados superiores, otras situaciones y el mismo ser humano, producen mucho más daño y dolor que lo que se podría achacar al lobo, en el peor de los escenarios posibles.

El lobo huye del ser humano. Siempre toma la delantera cuando se encuentra con una persona. Los ataques a personas, cuando se ha demostrado la autoría del lobo, se hunden en la letanía de los tiempos, cuando la convivencia era más cercana, y el progreso no había cercado aún a ambos contendientes, los unos en las ciudades, y los otros en los últimos reductos que les quedan para vivir. La peligrosidad del lobo al ser humano es un argumento que se desvanece en las estadísticas, y crece en el discurso irreflexivo en contra de una especie estigmatizada y desconocida.

La gripe, la rabia, la rubéola, la difteria, la poliomielitis, la desnutrición infantil y las guerras produjeron millones de muertes más que los accidentes con lobos, a lo largo de los dos últimos siglos. En condiciones de vida libre, el argumento de la peligrosidad de los lobos al ser humano, es tan improbable, como lo es la posibilidad de agresión de éste, hacia las personas.

Por supuesto que no se puede ignorar las pérdidas económicas que representan las incursiones del lobo, sobre ciertos sectores de la ganadería, pero como seres humanos podemos disminuir el impacto con medidas de prevención, reparación económica y formación, que pueden garantizar la convivencia con ésta y otras especies que afectan directamente sobre los intereses del ser humano. El lobo es una parte de la ecuación en los ataques al ganado. Utilizando el diálogo, la buena voluntad y una dotación económica justa en tiempo y forma, se puede lograr la convivencia manteniendo un recurso único e irremplazable.

Para terminar, os invito a la lectura de un fragmento del diálogo entre Cipión y Berganza, en El coloquio de los perros, de las NOVELAS EJEMPLARES de Miguel de Cervantes. Mas de 4 siglos nos separan de esa reflexión. Da para pensar..