La historia del perro marrón

En los últimos dos siglos, la ciencia ha dado pasos de gigante. El espíritu de curiosidad, constancia y dedicación a la investigación, de los hombres dedicados en cuerpo y alma a la ciencia, ha legado conocimientos a la Humanidad que han permitido sobrepasar los límites impuestos por la enfermedad, así como los límites físicos que nos ataban a la Tierra.

Hoy nos comunicamos entre continentes, viajamos al espacio, desentrañamos los misterios de nuestra propia biología, llegando a unas expectativas de vida nunca imaginadas. Pero, nada de esto ha sido gratis, todo ha conllevado enormes sacrificios, y algunos, como los de los animales de experimentación, (sobre todo perros) que vivieron en el paso entre los siglos XIX y XX, se llevaron la peor parte.

LA HISTORIA DEL PERRO SIN NOMBRE, o la historia del perro marrón, (también conocido en inglés como BROWN DOG AFFAIR) a principios del siglo XX, acaecida entre los muros de la UCL, University College of London, ha quedado como mudo y frío relato de una época muy triste para el mejor amigo del hombre. 

LA HISTORIA. En la mayoría de los currículos de formación médica se incluían los estudios de FISIOLOGÍA ANIMAL, como modelo para la enseñanza y también como modelo experimental.

Dos alumnas de origen sueco, Louise Lind Hageby y Leisa Schartau, contrarias a la experimentación con animales, mostraron su indignación sobre el trato vejatorio e inhumano sobre el perro, un perro marrón, sin nombre, por parte del profesor Bayliss llevando a cabo la demostración, y también por los alumnos con sus irrespetuosos comentarios y. mofas sobre el animal. Esto molestó sobremanera a Louise y Leisa, transformando su denuncia en un libro que denominaron «LOS MATADEROS DE LA CIENCIA, extracto del diario de dos estudiantes de fisiología».

Esta publicación generó airadas protestas por parte del sector científico formado por alumnos y profesores y una acalorada respuesta por parte del público inglés de principios del siglo XX, especialmente sensibilizado por el maltrato animal.

Aunque estaba vigente una ley sobre experimentación animal desde 1876, los científicos parecían hacer oídos sordos.

Una estatua al perro marrón, o el perro sin nombre, se erigió en la plaza del londinense barrio de Battersea, que fue motivo de culto para los defensores de los derechos de los animales a no sufrir ningún tipo de maltrato, hasta que una revuelta popular que involucró a los activistas contra los defensores del buen nombre de la ciencia, obligó a las autoridades a quitar la estatua original y trasladarla a Battersea Park, donde se encuentra hoy.

MI VISITA AL PERRO MARRÓN y mi impresión sobre la actual estatua.

Cuando llegamos a la estación de metro de Battersea, y tras el obligado paso por el espectacular Battersea Dogs and Cats Home, nos dirigimos a Battersea Park, y cual fue nuestra sorpresa, al comprobar, que en los carteles que guían la visita a través de tan monumental parque, no figura, (o quizás no lo hemos visto..), la indicación de la ubicación de la estatua del perro marrón.

La respuesta a nuestra búsqueda, la obtuvimos, como siempre en los últimos años, de nuestro inseparable compañero de viaje: Google maps y también de algún afable paseante inglés (destaco en este punto la enorme disposición y amabilidad de la mayoría de la gente para informar. Educación inglesa)

Pero mi decepción personal no había hecho más que comenzar. La estatua que esperaba ver en un sitio de privilegio , en el marco natural del paseo que discurre paralelo al Támesis y como homenaje arquitectónico , el majestuoso Albert Bridge, que une Battersea con Chelsea, no estaba allí.

El perro marrón se encuentra en el interior del parque, sin señalización (o nosotros no la vimos..), en un camino muy disimulado, y solo concurrido ese día y a esas horas, por una señora con su perra muy mayor en brazos (intuyo que no andaba por sí sola), una pareja dando de comer a las ardillas y las cotorras que abundan en el parque (y en todo Londres), y nosotros.

La imagen que devuelve la estatua es de un perro sumiso, triste, solitario, marchito, en contraste con la original, que estaba a más altura, situando al mártir anónimo, en un atalaya póstuma de dignidad, sentado, pero erguido, orgulloso de su especie, y sin saberlo, orgulloso del servicio prestado a la Humanidad.

Estatua original creada por Joseph Whitehead en 1906 y localizada originalmente en Latchmere Recreation Ground, en Battersea. Estuvo en este emplazamiento entre 1906 – 1910 (imagen extraída de Wikipedia)