Perros que viven en la calle.

En un estudio realizado en 9 países (Estados Unidos, China, India, México, UK, Alemania, Grecia, Sudáfrica y Rusia) se estimó en 224 millones entre perros (91M) y gatos (114M) que viven en la calle o en refugios o perreras, (19M). Fuente: Mars Petcare.


Los perros que viven en la calle, me producen una profunda curiosidad a la vez que una atracción como modelo de estudio por su alto nivel de convivencia y adaptación al entorno del ser humano. Estos grupos de perros que viven en las calles (homeless dogs) podrían corresponder a la definición de los “perros de poblado” que describe Coppinger, (2004), como el eslabón necesario en el paso del lobo al perro. En algunos casos he podido reconocer varios tipos de actitudes comunes en esos grupos: una disposición agradable, cercana con la gente, en otros casos completamente indiferente y en muy pocas ocasiones, un gesto desafiante o agresivo (ver imagen del grupo de perros en Ladakh, India)

Perros de la calle. El Bolsón, Patagonia Argentina.

La continua y paciente espera de la comida obliga a los perros a pasar largas horas durmiendo para no malgastar energía. Duermen sin ninguna actitud de defensa. El ser humano parece no representar ningún peligro para ellos y por el contrario, significa un suministro de comida estable. Tranquilidad, disponibilidad de comida y oportunidad de reproducción son las bases sobre las que los perros de la calle determinan su nicho o hábitat permanente, al lado del ser humano.

Perro de la calle en Bariloche, Patagonia Argentina.

En una oportunidad pude apreciar, como se ilustra en la imagen, que el perro en situación de calle, que bien se podría considerar como sinónimo de “perro con hambre“,  no acepta la comida que le ofrecen, bien porque no le apetece por textura, olor, sabor o bien porque no tiene la imperiosa necesidad de comer (amplia oferta de comida en el medio), situación que coincide con la condición corporal que se aprecia, así como por vivir en una zona turística y recibir mucha comida a lo largo del día.

Por supuesto que de este proemio no deberían presuponerse conclusiones científicas, solo meras observaciones,  ya que de todo nos podemos encontrar con respecto a la interacción del perro de la calle con el hombre, que abarca un abanico tan amplio como diverso, que van desde actos heroicos (en muchos casos sobredimensionados y claramente humanizados por parte de quien lo describe) hasta situaciones tan tristes como el ataque de uno o varios perros con resultados de lesiones graves o inclusive la muerte de la persona atacada. Hecha la aclaración, vuelvo al desarrollo de la idea: los perros de la calle y su convivencia con el ser humano.

Perro en el aeropuerto de Nueva Delhi (India)

SALUD PÚBLICA. Es ampliamente conocido que toda población de animales descontrolada puede representar un riesgo para la salud pública. Como veterinario no puedo dejar de mencionar a la rabia, como la enfermedad que durante siglos se ha asociado al perro, llegando  a ocasionar incontables casos de muertes en el pasado, hasta el descubrimiento de la vacuna antirrábica por Luis Pasteur en 1885, pero que sigue aún hoy con la trágica cifra de casi 60.000 muertes al año sobre todo en África y la India (una muerte cada 9 minutos..). Mencionado el gran flagelo de la rabia, nos queda por mencionar dentro del aspecto de la Salud Pública, los parásitos internos y externos asociados a la especie canina y que pueden constituir una foco de contagio para el ser humano (zoonosis). Cumplida la

obligación de hablar del aspecto sanitario, toca reflexionar sobre el origen, mantenimiento, bienestar y gestión de estas poblaciones. Sin duda, sería muy pretencioso y un alarde de imprudencia resumir el enorme trabajo de años y el desarrollo científico de asociaciones que trabajan en el seguimiento y gestión con estudios y medidas que afectan directamente a las poblaciones caninas como la esterilización, la vacunación, la creación de albergues , elaboración de programas de adopción, educación a la población y la comprensión de la eutanasia en aquellas situaciones, como en casos confirmados de rabia (zonas endémicas de rabia), donde ésta en la única opción posible, dando soluciones científicas y sanitarias a problemas reales.

EL DORADO TÉRMINO MEDIO. No se puede aplicar un mismo razonamiento a todo el mundo. No es lo mismo una población de perros sin control en el corazón de Europa, que en la India o en África. Las situaciones son distintas, los peligros asociados a la falta de control de las poblaciones son diferentes y en muchos casos de una magnitud impensable. Una política de gestión en base a la esterilización, adopción y eutanasia cero se puede considerar cuando todos los aspectos sociales, económicos, sanitarios y también de religión confluyen para poder realizarlo.

LA REALIDAD EN ESPAÑA. No es comparable a las grandes cifras del informe MARS Petcare, aunque los datos de la  FUNDACIÓN AFFINITY demuestran que miles de perros al año (casi 300.000) podrían sufrir una situación de calle similar.

CONCLUSIÓN. En un ejercicio de tolerancia y serenidad, en el ámbito geográfico y social que nos compete, debemos abogar por una tenencia responsable que favorezca la convivencia de los perros con el ser humano, evitando una reproducción incontrolada que pudieran derivar en un aumento de la población canina y abandonos que conduzcan en definitiva a situaciones extremas, sufrimiento por parte de los animales abandonados (en situación de calle) y enfrentamientos entre las personas que quieren y aceptan a los perros y aquellos que en un sano ejercicio de decisión propia no quieren convivir con un perro.


INFORMACION PREVIA A LA ADOPCIÓN. La valoración sensata y la información por parte de profesionales, podría evitar en muchos casos la tenencia de un número excesivo de individuos, que pudiera derivar. por buenas intenciones iniciales, en una familia canina numerosa, difícil de mantener dentro del concepto de tenencia responsable.


La educación, evitar la tenencia de un perro por impulso, sin la reflexión necesaria que implica responsabilizarse de un ser vivo (que en promedio vivirá entre 10 a 15 años) así como el análisis pormenorizado del tiempo que podremos dedicarle, los costes económicos (alimentación, gastos veterinarios, etc) deberían ser puntos de obligado conocimiento antes de decidir la tenencia de un perro.

Querer tener un perro, no es poder tener un perro”..